ALMA DE EXILIO
( Estudio de D. Enrique Baena Peña, Director del Departamento de Filología Española II y Teoría de la Literatura de la Universidad de Málaga sobre la obra de Inmaculada García Haro)
Fecha: 30/12/07
De la poética de Inmaculada García Haro se desprende, primero, el nacimiento de la sombra de la pureza que se desvela sobretodo como expresividad, anhelo de decirse, desocultamiento del ser mujer. Después aflora la singularidad, el eco de lo inédito, hacer del verano un invierno o desviar lo oblicuo acechante hacia la verdad abrasadora, la desnudez vital y entrañada. Pero también, mas tarde, van apareciendo el enigma y la luz, lo uno no se desvela sin lo otro, y ambos recorren el interior y saltan al nosotros; el yo deja de ser fragmentario, se sabe así mismo, nace y renace, oyendo el dolor que resuelve el misterio de la palabra, la unión anhelante. Y la poesía de Inmaculada es así: narratio de vida tomada por el tiempo en la espiral de un perpetuo regreso al inicio, a la elevada esperanza, en el mismo lugar del dolor donde fue cercenada o en exóticos pasajes agridulces de unos ojos en tránsito. Es este un verbo ungido.
Pero, igualmente, nos habla del vértice de la lágrima, del fulgor de unidad debajo del caos y del deseo que anida en cada instante eterno burlando la vigilancia de Cronos. Ahí se encuentra la plenitud que es invocación al misterio, a la respuesta oculta en los milenios, en la larga cadena del ser que la poeta concreta en un guardián de riquezas , en la pequeñez de una criatura que, ahora sí, encierra el alma del mundo. Y frente a ello, obcecada la necesidad en forma de bullicio, obstaculizando las cadencias de la espiritualidad que a sí misma se reclama, silenciosamente…hasta exigir el beso de fuego mallarmeano; es decir, el vínculo universal que toma cuerpo en la carne rescatando de ella lo sublime. El amor en los poemas es así erotismo pero, a la vez, la última necesidad de total comprensión: el UNUS contenido en el universo, el espíritu secreto de la letra y la clave final de toda libertad.
Pasamos, si bien en la realidad del mito que subyace a la poesía de Inmaculada, nuestra esencialidad se halla en el sentimiento, siempre expresando amor, lo único que nos hace ver la divinidad en el otro. Por eso la importancia de los ojos en su escritura, observando lo que no es visible, mirando los huecos que son quimeras; hechizada en la alegoría de un yo que son sus ojos de vagabundo, en entrega perpetua, como el gran Walt Whitman, negándose libre de todos los vacíos. “Alma de exilio” escribirá la poeta, aunque en eterno dialogismo, con seres pariguales, con peregrinos que conocen que en el perderse está la infinitud, el verdadero conocimiento, la herida trágica y la visión del destino, aquel que sólo la poesía es capaza de desvelar en su faz.
Y por ello la palabra creadora pugna, genera angustiosas búsquedas, se estrecha, desaparece y todo para volver mas esencial, para salir gozosa o trémula, para provocar el desvelamiento de lo que gusta escondida, grande y reluciente o dramático y oscuro. Siempre dan, como los hijos –escribe Inmaculada-, más de lo que reciben. Así es la creación, así la sabia voluntad. Y quieto el horizonte, vivas las raíces, el alba trae lo que ha de ser, luz sagrada, naciendo del dios de los océanos, desde el origen, donde fueron cautivas las sirenas ancestrales, hasta el ahora de la lucidez, desde la identidad vulnerada hasta el bullir de un microcosmos, de sus adentros, que es correlativo al movimiento exterior, sombra y precisión, remolinos y quietud. Tras el periplo y la anábasis el descubrimiento, la risa y el llanto juntos, en la intensidad del Da-Sein, del ser ahí desveládose perpetuamente hacia es éxtasis o la desventura, arrebujado en la invasión de realidad y expandiéndose perpetuamente como conciencia de más.
Más vida, más fuerza vertida, formidable proximidad a los congéneres, lo que predica la hermosura del mito que une amor y poesía, desde el inicio, con la inocencia sagrada que siempre responderá con el hálito de la belleza, con el espíritu de verdad humano ante los otros. Así es la poesía de Inmaculada García Haro: voz renacida de mujer en el ancho mundo expectante de sus versos y en la clara intimidad que protege sus sueños.
Enrique Baena
Ø “Verbo Ungido”; Wallada. Colección de poesía nº2. Málaga 2001.
Ø “Sirenas Ancestrales” Selección de poesía malagueña, VI, Málaga,2001.
Ø “Guardián de Riquezas” y “Ojos de vagabundo”, III Certamen de Poesía AMATISTA, Coín, 2004.
( Estudio de D. Enrique Baena Peña, Director del Departamento de Filología Española II y Teoría de la Literatura de la Universidad de Málaga sobre la obra de Inmaculada García Haro)
Fecha: 30/12/07
De la poética de Inmaculada García Haro se desprende, primero, el nacimiento de la sombra de la pureza que se desvela sobretodo como expresividad, anhelo de decirse, desocultamiento del ser mujer. Después aflora la singularidad, el eco de lo inédito, hacer del verano un invierno o desviar lo oblicuo acechante hacia la verdad abrasadora, la desnudez vital y entrañada. Pero también, mas tarde, van apareciendo el enigma y la luz, lo uno no se desvela sin lo otro, y ambos recorren el interior y saltan al nosotros; el yo deja de ser fragmentario, se sabe así mismo, nace y renace, oyendo el dolor que resuelve el misterio de la palabra, la unión anhelante. Y la poesía de Inmaculada es así: narratio de vida tomada por el tiempo en la espiral de un perpetuo regreso al inicio, a la elevada esperanza, en el mismo lugar del dolor donde fue cercenada o en exóticos pasajes agridulces de unos ojos en tránsito. Es este un verbo ungido.
Pero, igualmente, nos habla del vértice de la lágrima, del fulgor de unidad debajo del caos y del deseo que anida en cada instante eterno burlando la vigilancia de Cronos. Ahí se encuentra la plenitud que es invocación al misterio, a la respuesta oculta en los milenios, en la larga cadena del ser que la poeta concreta en un guardián de riquezas , en la pequeñez de una criatura que, ahora sí, encierra el alma del mundo. Y frente a ello, obcecada la necesidad en forma de bullicio, obstaculizando las cadencias de la espiritualidad que a sí misma se reclama, silenciosamente…hasta exigir el beso de fuego mallarmeano; es decir, el vínculo universal que toma cuerpo en la carne rescatando de ella lo sublime. El amor en los poemas es así erotismo pero, a la vez, la última necesidad de total comprensión: el UNUS contenido en el universo, el espíritu secreto de la letra y la clave final de toda libertad.
Pasamos, si bien en la realidad del mito que subyace a la poesía de Inmaculada, nuestra esencialidad se halla en el sentimiento, siempre expresando amor, lo único que nos hace ver la divinidad en el otro. Por eso la importancia de los ojos en su escritura, observando lo que no es visible, mirando los huecos que son quimeras; hechizada en la alegoría de un yo que son sus ojos de vagabundo, en entrega perpetua, como el gran Walt Whitman, negándose libre de todos los vacíos. “Alma de exilio” escribirá la poeta, aunque en eterno dialogismo, con seres pariguales, con peregrinos que conocen que en el perderse está la infinitud, el verdadero conocimiento, la herida trágica y la visión del destino, aquel que sólo la poesía es capaza de desvelar en su faz.
Y por ello la palabra creadora pugna, genera angustiosas búsquedas, se estrecha, desaparece y todo para volver mas esencial, para salir gozosa o trémula, para provocar el desvelamiento de lo que gusta escondida, grande y reluciente o dramático y oscuro. Siempre dan, como los hijos –escribe Inmaculada-, más de lo que reciben. Así es la creación, así la sabia voluntad. Y quieto el horizonte, vivas las raíces, el alba trae lo que ha de ser, luz sagrada, naciendo del dios de los océanos, desde el origen, donde fueron cautivas las sirenas ancestrales, hasta el ahora de la lucidez, desde la identidad vulnerada hasta el bullir de un microcosmos, de sus adentros, que es correlativo al movimiento exterior, sombra y precisión, remolinos y quietud. Tras el periplo y la anábasis el descubrimiento, la risa y el llanto juntos, en la intensidad del Da-Sein, del ser ahí desveládose perpetuamente hacia es éxtasis o la desventura, arrebujado en la invasión de realidad y expandiéndose perpetuamente como conciencia de más.
Más vida, más fuerza vertida, formidable proximidad a los congéneres, lo que predica la hermosura del mito que une amor y poesía, desde el inicio, con la inocencia sagrada que siempre responderá con el hálito de la belleza, con el espíritu de verdad humano ante los otros. Así es la poesía de Inmaculada García Haro: voz renacida de mujer en el ancho mundo expectante de sus versos y en la clara intimidad que protege sus sueños.
Enrique Baena
Ø “Verbo Ungido”; Wallada. Colección de poesía nº2. Málaga 2001.
Ø “Sirenas Ancestrales” Selección de poesía malagueña, VI, Málaga,2001.
Ø “Guardián de Riquezas” y “Ojos de vagabundo”, III Certamen de Poesía AMATISTA, Coín, 2004.
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